sábado, 11 de julio de 2015

Esperar

Falta poco para la medianoche con un cuarto, y se que para cuando termine de escribir se le habrá sumado a la hora unos quince minutos más.
Es un aspecto importante que mi hora límite para dormir son las once, vagamente me he distraído en un sinfín de cosas, en un libro, en vídeos, imágenes, chistes, juegos... Todo por dejar pasar el tiempo.
Indiferente a cruzar mi hora estipulada, aquí me hallo, sin dormir y con pensamientos vagos y sin fuerza en mi mente, lo que me mantiene despierta sin duda cada día son las conversaciones con mi amor, pero si no está en casa y no me puede hablar, ¿qué hago acostada esperando sin más?
La respuesta es esperar, dos, tres horas; quizás más, sólo por la esperanza de hablarte, de que tengas un segundo libre, de que me encuentres despierta, de mandarte muchos besos de buenas noches, no uno, ni dos, no te gustan limitados.
Dormiré, en cuanto descanse, aun un poco inquieta, pues no creo tener la suerte de poder despedirme, pero se que te veré en pocas horas, y sobre todas las cosas, me servirá de canción de cuna esa idea.
Concibo, ahora luego de muchas lunas llenas y tribulaciones de malas estrellas, que la espera más dulce es para verte, y que en los momentos junto a ti, confirmo que el tiempo es relativo.
El suave murmuro de tu piel, tu aroma sencillo y suave, tu extravagante sonrisa y tu firmeza radiante, ¿quién no esperaría por tan hermosas dichas?.
La palabra certera, la caricia precisa, la esperanza furtiva y el aliento de hierro, eso para mi te caracteriza, además de tu humor solemne y tu risa prodigiosa.
Y quise hoy escribirte elegante, como te veo ahora, elegante, maduro, y por supuesto tan hermosamente magnífico. Esto no lo leerás ahora mismo, como yo deseo, quizá tampoco mañana, pero te escribo porque extrañare mucho esta noche hablar lindas bobadas hasta dormir. Bobadas que conservo en mi mente por siempre.
No diré que deseo esperarte toda la vida, pues no lo deseo, más me agradaría abrazarte toda la vida o besarte por el resto de mis días; pero su espero que aguardar a que llegues siempre sea este momento mágico, de ilusión por algo que te encantaría ver y que su presencia es simplemente alegría.
Cuando llegas mi alegría es un gran frasco de purpurina pegajosa que cae toda encima de mi en un segundo, indiferente al momento, mi alma queda prendada de la seguridad que tu traes con tu paciencia y bondad.
Mira tú el destino y la gracia que lo envuelve, esperarte ha valido toda la pena del mundo, si me acabas de llamar y me alegras la noche en un instante.
Como te quise en un inicio, como te adoré desde siempre y como te amo cada día, como te amaré por siempre, siempre esperaré por tu abrazo, tu beso y la despedida dulce para terminar el día.
Aunque no quiero acabar esta carta suelta, porque siento que te dormirás al terminarla, claro que no es así y tendré que irme ya y dejar que las señales telepáticas para mañana.
Con un sinfín de besos, promesas, abrazos e ideas para una vida juntos en mente, me despido, imaginando un abrazo, imaginándote aquí, durmiendo con tu beso siempre en los labios.
Hasta mañana,
Te amo.
Rosani❤