jueves, 3 de enero de 2013

Un segundo intuyendo todo esto, dos palabras de todo un texto.

De pronto un escalofrío comienza un enero gélido, ártico; las ideas llueven a cántaros, sólo queda pensar. La piel se me pone de gallina con mi propio tacto, entonces comienzo a temblar, muerdo una de mis uñas pero nunca habiéndolo hecho repudio mi impulso casi de inmediato, adopto un gesto preocupado y me sumo totalmente en recuerdos y sentimientos, me adentro y hundo precipitadamente hasta que un portazo me trae a tierra.
Leo, como por inercia, a media página me encuentro con qué leí sin saber que diablos decía, comienzo de nuevo, no tiene sentido, no diferencio si el personaje se cae por una escalinata o unta un pan con nata; el nerviosismo me torna tensa cuando algo va explotando sin escrúpulos dentro.
Noto la razón al segundo, una sonrisa cómplice a mi pensamiento se esconde tras mis manos, entonces... Escribo como si la brisa misma privada en mi ventana me dijera que escribir, como si supiera cada palabra para expresar en el momento lo que estaba sintiendo, mis dedos se quejan con pequeños dolores la rapidez de mi escritura que es cada vez más melosa, desesperada y, por supuesto, totalmente dramática.

Me he enzarzado a ti, me he hecho dependiente de la independencia, pero he decidido ir bajo tu protección atenta, como si no necesitara nada más que lo que siento sea correspondido para que mi existencia disipe la niebla de injusticia de esta tierra; se me ha vuelto necesario mostrarte cada rincón de mi corazón, donde al parecer cada vez te extiendes más sin ninguna razón.
Alguien pregunta, susurran tu nombre, se nubla mi mente mientras pasa por ella una honda huella, un sentimiento creciendo lentamente, un perfume en mi piel que espero perdure, un suspiro eterno de una canción de cuna, un segundo intuyendo todo esto y un mosaico de sueños ahora posibles.

Con la sonrisa aún dibujada, la mente ya despejada y el pecho respirando de nuevo con frecuencia normal, te puedo resumir todo lo demás con dos palabras prostituidas por la sociedad que la usan sin temor a la fuerza que impone, más, dejando de lado su complicación; diría que en un "Te amo" se resume la cuestión.