viernes, 5 de julio de 2013

Cómo dos aves fénix en un cielo azul.

- Que extraña, «¿qué extraña?»

No reconozco esa sonrisa, ni esas pantorrillas, la luna brilla diferente, todo fue tan de repente...  


 «¿Qué pasó?, No, ya, en serio, ¿qué pasó?».


Sigue siendo extraño todo ésto.


- Que distinto, «¿qué es distinto?».


No sé de quien es ese rostro


- No sabes, «¿no se?».


Preguntar serviría.


- Pero no sabes a quién, «¿a quién?».


- A ti, «¿A mi?».


Bien, ya van tomando orden mis pensamientos.


- Te reconozco, tú me reconoces, «¿por qué no me reconozco?». La del espejo es una ajena, mírala de cerca, «parece una niña buena»Eres tú, «¿Quién?», pues tú y deja de preguntar, que yo puedo explicarte, yo misma, una tú de otra parte, de otra era, de otra con tú mismo nombre y menos pasado, «¿hablas de mi?», por última vez, si.


- Hace varias lunas atrás... «¿Éstas lunas o las viejas lunas?», ¿qué más dan las lunas?, calla ya.


Hace algún tiempo, algunos errores, digo, días antes de hoy; ella era polvo. No puedo decirte cómo ni porqué, pero él era magia pura y sumisa, «¿y ella? ¿qué era ella?», un fénix. Si, un pequeño y frágil fénix que no podía nacer de nuevo, que había cumplido ese ciclo cientos de veces, eso era ella; la que tú reconocías, la de los cabellos sin forma y sonrisas caídas a pedazos, la que debajo de la lluvia no se cubría, la que iba dando pasos tirando en la calle su vida, la que le quedaba.


Él también era un fénix, aún más glorioso, más hermoso; con más brillo, y con unas llamas de vida más abrasadoras que el fuego; pero no podía encenderse le faltaba una chispa, una de vida. «¡Ilógico!, uno necesita vida, y la otra con gusto la tira!, ¡ilógico!», no, lógico más bien, que dos almas destinadas a encajar logren unirse...


Se parecen, puedes verlo en sus rasgos, en cómo reacciona su alma al verse comprimida, nota su parecido, incluso cómo respiran, son vida, la que le sobraba a ella, la que le faltaba a él, la lógica simple que una a dos seres conectados con su hilo rojo del destino, así como las lágrimas corren de la misma manera en los caudales distintos de sus mejillas, puedes ver en todo que se parecían.


No te reconoces querida, porque ya no eres cenizas, has renacido... Eres un fénix, pero tu aletear suena doble, son dos, nota su perfección, «incluso sus cuellos juntos, forman un corazón», lo has captado, es amor lo que los han salvado.






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