- ¡Espera! No te vayas, te lo diré ahora...
Espera, espera. Quiero ser amada.
Él giró sobre la punta de sus pies y retrocedió mil días, y 999 noches, a una tarde sin juicio.
Lucía hermosa, pero era complicada, el esfuerzo de sus labios para pronunciar un si, la forma en que aparta mi mano en la multitud, ese baile para evitarme un abrazo... olía mal, bastante mal.
Los suspiros y miradas a la nada, el vacío en medio de una frase que nunca culminaba, esos ojos que de felicidad pasaban a vacío, un enorme vacío.
No lloraba, no, nunca lo hacía, parecía de piedra y llena de hiedra, encerrada y preparada para no salir jamás. Intenté, una y cien veces, un instante cada día, ella confunde, mezcla.
Puede hacerte creer que la persona perfecta con su sonrisa.
Pero jamás se sintió como si necesitara de mi, como si quisiera ser amada... ¿por qué lo dice ahora?
- Cuesta, la realidad apesta. Mis sentimientos murieron, aprendí a estar sola. Me encantó estar sola, y pasaba tardes sin tener a quien escribir, se que siempre tengo a alguien enamorado de mi, pero yo nunca de nadie, porque lo había intentado, y cuando yo me enamoro, la magia se tuerce, no es correspondido. Puede estar conmigo, pero su mente está a cientos de kilómetros.
No quiero depender de nadie, eso duele, o eso decía. Me convertí en adicta a tus besos y tus sonrisas, a la forma en que haces que me ría con tus muecas y en que pueda pasarme la tarde diciéndote tonterías sin que te aburran. Me enamoré y quise negarlo, estabas enamorado de mi y quise callarlo, alejarte, empujarte fuera de mi existencia antes que hirieras, pero no puedo.
Estás tan dentro de mi como mi sangre, y no puedo no necesitarte, estás en todo lo que hago. QUIERO SER AMADA, te lo he dicho a gritos, pero no se escucha fácilmente.
Pasa que no me impresiono fácil, y me gusta la perfección, pero ahora mis deseos se reducen a oír tu voz.
- Me dijiste que me fueras.
-Para ver si te quedabas, pero que más da, quédate, mi miedo se ha ido, quédate que te necesito.
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