jueves, 30 de octubre de 2014

Ilusiones y maullidos.

Sentada, aconcojada quizá, pensativa quizá, en blanco quizá, pero ahí está mirando a la nada, bastante inerte ella.

- ¡Ha pasado horas allí! - comentan los ratones-, ¿que será de ella si sigue así?. Escurridizos se escabullen cuando la abuela aparece en la sala.

- Es manía de damas tristes peinarse sus largos cabellos - dice la abuela, tranquila y pausadamente.

- De tristes, de insuficientes, de mujeres que si quisiera llegan a damas también.

- Crees, más no cualquier mujer es capaz de pensar tristezas y aún darse cariño a sí misma.

-¿Eso me hace una dama? Peinarme y pensar sandeces?

- Cuéntame de las sandeces y luego decidiremos si eres una dama, querida...

- Es desconcertante... Amas, sientes el mundo a tus pies, flotas, vuelas, en sí, el mundo es perfecto! con un dedo, en un momento, dañas todo.

Los ratoncitos se miran unos a otros desconcertados y la madre ratona los calma. No ha hecho nada malo - les aclara - sólo está triste, pequeños.

La abuela  permanece distante un momento, le acaricia los cabellos a su nieta, sonríe y se da la vuelta sin nada más que decir. El fuego sigue ardiendo en la chimenea, y la tarde va cayendo poco a poco, se ve por la ventana, y ella ahora mirando a través se siente tan insignificante, una lágrima corre por su mejilla y los ratoncitos halan de su vestido.

Enjuga la lágrima con rabia y los ignora, sale al jardín y se dispone a pensar, un minuto después con los ratones aún tras sus pies, les habla.

- Les contaré una historia, pero calladitos, ¡eh!

Hace algún tiempo atrás, todo en una casa donde vivía un pequeño gato estaba colocado donde no debía, las tazas donde los platos y los platos en la cama, las almohadas en el piso y las baldosas en el techo, así más o menos se sentía.
El trataba y trataba de colocar las cosas en su lugar, pero al dormir todo caía en un sitio distinto, todo se cambiaba. El gato estaba harto y quería marcharse de casa, pero no tenía a quien acudir, qué hacer, dónde vivir.
Cada noche miraba por la ventana de la casa hacia las estrellas, y siempre, para su suerte pasaba una estrella fugaz, insistía siempre el gato:

- Estrella, estrellita, ordena ésta casa, deja mi alma tranquila.

Así meses pasaron y el gato seguía acostándose en el piso, cocinando en la cama y como no podía el pobre caminar por el techo, siempre llevaba doloridos los pies, y de tanto y tanto, un día se lastimo un pie, ya de noche y salió a la ventana gritando hacia la estrella:

- ¡Estrella grosera, insensible insensata, me ves sufrir y nada haces por mí! ¡No quiero saber de ti, ni quiero verte pasar por las noches!

Al día siguiente el gato continuó su rutina en casa, a la semana descubrió que las tazas si se ponían donde las tazas, allí se quedaban, que el mueble permanecía en el salón y las almohadas en la cama, feliz intento salir a cazar un par de ratones.

Los pequeños ratones se escandalizaron y empezaron a llorar. Ahora ése gato nos va a matar - lloriqueaban.

- No eran ustedes, terminaré de contar.

Pero a la puerta tocar, la sintió cerrada, y por más que intento, no logró abrirla. Cómo había sido tan austero en el tiempo en la casa estaba al revés, los vecinos jamás volvieron a dirigirle la palabra, y sus amigos cansados de que siempre estuviera amargado, habían decidido olvidarlo.

El gato gritó por ayuda, pero todos ignoraron su llamado, vio unos ratones por la ventana y les pidió que buscaran un gato para ayudarlo a salir. Los ratones riéndose, se marcharon; Cómo se le ocurre mandarnos a buscar un gato - comentaban -, ni que quisiera ser cena!

Cansado y lloroso le rogó a la estrella, pero notó de pronto a otro gato que lanzaba fósforos sin apagar desde más arriba de su casa, y que en realidad jamás había visto una estrella fugaz, sino fósforos apagándose en el viento de las noches. Ahora, rabioso, grito al viento unas cuantas groserías, golpeó la puerta y lloró hasta dormirse en el piso.

Por la mañana siguiente ya todo estaba desordenado otra vez, y el gato resignado, salió a la ventana a pedirle disculpas a la nada, se sentó en mueble que amaneció entre el baño y la habitación y sólo se sentó a pensar desconsolado.

Alguien tocó la puerta, y el gato como si tuviera plomo en los pies, se acercó para decir "No abre".

- ¿Podrías intentar?- susurró un maullido femenino.

La puerta abrió sin ninguna molestia, es gato río y la dejó pasar, era la gata vecina, la de arriba, ella decía que solo estaba por las noches, que siempre encendía una vela y lanzaba el fósforo por la ventana, "es tan bonito verlos apagarse al caer".

- Ya lo creo - decía el gato, risueño.

Con el tiempo todo volvió a su lugar, cada cosa que tocaba la minina se quedaba en su lugar, aunque ella no siempre los ponía donde el gato creía que debían estar, se sentía en orden y paz la casa. Al tiempo construyeron una escalera entre pisos y juntos reformaron la casa y la mejoraron, era un espectáculo.

- ¿y "Fin"? - exclamaron contentos los ratones.

- Pues sí, Fin, siempre que no lo eches a perder.

Y el menor de los ratoncitos dijo gracioso:

- No creo que el gato dañara algo bonito si lo quiere - acto seguido, se marcharon a la casa dejándola sola en pleno jardín.

Ella susurró distante:

- Exactamente, pero no desfalleceré, un día las cosas volverán a reposar en su lugar, o en uno nuevo, pero siempre será para mejor, eso espero.

Y sonriendo se columpió hasta que la noche llegó y un "fosforito fugaz" cruzó los cielos oscurecidos.

sábado, 25 de octubre de 2014

Te ví, morí.

Con los párpados resecos de salitre escribo éstas letras.

Ayer fue uno de esos días irónicos, que hace tiempo no tenía, donde insistinendo en recordarte el mejor día de mi vida, estaba viviendolo de nuevo, mientras me acompañabas caminando antes de irme a casa ésto pasaba por mi mente, ¿fue el mejor día de tu vida? Quizá tarde poco en empañartelo.

Cuando te miro hay un mundo por explorar en tus ojos que ya conozco, veo fronteras abiertas, veo el paraíso sólo posado en tus pupilas, siento en un beso la magia de la fugacidad, del instante mágico donde los sueños se hacen realidad, cuando te miro mis sueños están hechos realidad.
Pusiste flores en un jarrón roto, pusiste agua y mirabas las flores, jamás te detuviste a criticar al pobre florero acribillado que vendría siendo mis experiencias y recuerdos amortiguados con paciencia y la esperanza de que un día saliera el sol, y pensando siempre en que por más hoyos que tenga un queso, no ha de deformarse.

El día que escuché tu voz y contaste aquello que te atormentaba, mi vida cambió en un segundo, ya no existía yo en éste mundo, no estaba sufriendo sola, fue verte sufrir conmigo y no querer dejarte caer, te tenía en mis manos, y sólo pensé en que si tu podías sonreír, todo tendría sentido en esta vida, habría esperanza.
Cuando me hacías correr, tropezar y atreverme de un modo u otro a vivir fue cuando me despertaste y cada día fue distinto, mi vida era el universo mismo, incierto pero perfecto, y cada noche podía agradecer tu presencia y rogar que con el tiempo fuera fuerte para cabiar y ser mejor, para dejar atrás mis miedos como tu hiciste por mí, tendría que ser recíproca y superar como tú los miedos al amor, y con paciencia trato y trato, merecedor eres de todo lo bueno que tenga para ofrecer mi alma restaurada.

Cada vez que aprietas mi mano me siento segura, y cada cordón que atacaste fueron cariño, cada beso fue una lágrima que no saldría nunca más de mis ojos, cada día fue un sueño tan gigante, tan perfecot tan enorme que nunca acabo de creermelo, es como mirar las nubes de pronto y darse cuenta de cuan inmenso es el cielo y cuantas veces tenemos que mirarlo para darnos cuenta de lo hermoso que és y como de facil lo ignoramos.
 Eres tú la belleza que inunda mi ser cada vez que te veo, y es esa pequeña conmoción cada vez que no estás bien. y es cada encuentro lo que me asegura que siempre se puede ser mejor. Es una experiencia tan preciosa, es algo que debía ser, y no por mi, o por ti, o por que fueras feliz tu o yo, es porque fueramos, es por existir un nosotros por ver un mundo compartido, una vez oí que el mundo fue construido para dos y que sólo tiene sentido cuando eras amado, y en cuando descubrí lo que fueron las lágrimas de felicidad, las noches de cinversacuónes alegres y no de insomnio pude ver que allí fuera tenía el futuro que siempre había anhelado, sólo debía atreverme a tu mano.

Lo hice, y espero con mucha fé, y siendo más realista que nunca, espero que no te encunetres un día soltándomela, sino, haciendo el lazo más fuerte.

Te ví, morí,
como un colibrí,
que posado en la flor,
puede alimentarse de ella
y aún dejarla más bella.

Te ví, morí,
como una soga en el mar, 
que te conduce a la orilla
fuera de la tempestad
salvada de la pesadilla.

Te ví, morí,
Pero entre todo, renací.

A golpe del tiempo,
en cada momento
aprendí
esperé
Luche, vencí
Perdí, morí.
Te ví y para siempre
SONREÍ.