Me encanta el preciso instante en el que enfoco mis ojos en tu rostro, y se que me quedo mirándote distante, pues estoy pensando, en ti, claro está.
Puede que haya visto tantas veces esos ojos como para describirlos de memoria, y puedo, por supuesto, pero no hay nada en éste mundo que me guste mas mirar.
Aunque cientos de veces he repasado tu ropa y otros cientos de veces tu rostro, a pesar de que mil veces me he repetido cuantas cualidades tienes y cuán afortunada soy de tenerte en éste preciso momento de mi vida, por que me complementas completamente y no esperas que sea perfecta, pero que nunca me niegue a un buen consejo para perfeccionarme; entonces, ya se todo esto de ti, lo pienso al dormir y al despertarme, al verte y recordarte.
Y encuentro una placentera satisfacción en que, cien mil veces lo pienso, cien mil veces me parece importante pensarlo, cien mil veces te he visto y he afirmado para mi, que eres hermoso, jamás pierde la esencia, jamás se siente tonto pensarlo; incluso creo sentir que cada día me pareces aún más maravilloso y aún más hermoso, y cada segundo contigo, noto que quiero pasar contigo muchos otros millares de segundos.
Puedo decir que cien mil veces te he visto, cien mil veces me he quedado prendada de ti y cien mil veces te he amado, y espero que falten otro millón cien mil de veces.
Porque nada de ti me es ajeno,
ni tu nombre puedo escuchar sin sentirme aludida.
Porque me emociono si te veo por tercera vez en un día, tanto como el primer día.
Porque siempre siento tus pesares como míos y en mí estalla una fiesta con tus triunfos.
Porque decidiste hacerme tuya y yo hacerte mío.
Porque ese 'mío' me llena de orgullo.
Porque te amo, hoy y cien mil veces mañana.
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