viernes, 21 de febrero de 2014

El tiempo, eso ha pasado.

Una parte de mi se cuestionaba lo que estoy pensando ahora mientras tomo una taza de té de unas hojas asquerosas, sin azúcar bajando por mi garganta a tropiezos, apoyo la taza vacía en el final de mi falda y me quedo mirando mis piernas descubiertas. La duda asalta así, de pronto, y recuerdo con rosotro inexpresivo cómo justo en la mañana, mientras tomaba la caja de los tacones negros de los que sin duda no me bajo en todo el día, se me han doblado las rodillas como si fuera a tomar algo del estante de abajo... está vacío, sólo hay cajas con bolsas mujillas que protegen ese montón de perfectas y variadas zapatillas.

Entonces, me pregunto... ¿Cómo diablos llegué aquí?

En retrospectiva, dejaba mis resfriados sin curar por no tomar bebidas calientes, no podía soportar usar una zapatilla ni en una fiesta, odiaba salir.. Es complicado, cuándo veo a una diva despeinada, perfecta, maquillada, reluciente en un top con un nudo, una falda alta y una mirada matadora. De pronto no reconozco quién sea ni de dónde salió. Luego mientras retocaba la luz de mi maquillaje, inerte sin entender que estoy haciendo, miro hacia la ducha vacía y la puerta cerrada, éste lugar es familiar, pero ha cambiado mucho.

Llego ajetreada a una oficina, parece que el mundo depende de mi, y ya tengo una taza de Espresso fuerte en mi mano, y voy bebiéndolo a sorbos y consulto el reloj, son las ocho, me siento fuera de lugar pero algo me impulsa a seguir caminando. Lleno papeleo, firmo cientos de papeles, discuto con personas que obviamente están bajo mi responsabilidad, creo que he contratado dos y he firmado un cheque de jubilación para una mujer algo mayor, de aspecto alegre, paciente y con rostro de necesitar estar en casa ya, y no trabajando para mi. Siento el respeto con el que me miran todas las personas y paso en frente a centenares de habitaciones llenas de voces, cantos y alegría que no me distrae, aunque internamente hace estragos con mis dudas.

Me parece que es medio día y reviso mi teléfono mientras estoy en una elegante feria de comidas, hablo con mi madre con tono de jefa, y me siento internamente vacía, veo el buzón sin mensajes nuevos y algo oprime mi corazón, ese sentimiento si lo conozco, se llama extrañar y ahí me siento un poco yo. De pronto, algo me espanta, veo una llamada entrante de alguien llamado "Annie", tiene una foto de una chica que reconocería como a mi misma, sólo que tiene una sonrisa muchísimo más radiante que la mía, pero esa sonrisa está vinculada con el sentimiento al ver el buzón vacío.

De nuevo, en el coche, voy con una decoradora, al parecer bastante costosa, pero no parece causarme el menor miedo firmarle un cheque de una cifra altísima que ella acepta con una sonrisa y promete terminarme "el trabajo" para dentro de tres días, pondrá todo su personal en ello.
Al salir del lugar veo una lista de cumpleaños de los empleados, tiene más de 50, ¿qué necesitaré yo con tanta urgencia?

En un santiamén de más visitas, más firmas, acuerdos, ceños fruncidos y mucho por hacer, llego a casa, me desmaquillo, guardo los tacones negros, me cambio y voy tan elegante para dormir como para salir. Me acuesto e inmediatamente, de un respingo termino de pie, corriendo para sentarme en un banquillo negro frente a un hermosísimo teléfono inalámbrico. Suena, respondo y allí tengo 15 años, por la forma en que hablo y bromeo, estoy encajando tan bien en mi mente y tan mal en lo demás justo ahora.

Cuelgo y doy saltitos de felicidad, me acuesto feliz y ahora veo lo que ha pasado, y me llena los ojos de lágrimas, soy yo misma, y estoy escuchando "17" de Avril alvigne con la cara entre las rodillas, intentando ser lo más minúscula posible. He crecido, han pasado exactamente 25 años, y ahora, tengo mucho por hacer, una hija de 18 años viajando en el exterior y un esposo que cuando me llama por teléfono me hace sentir como la niña pequeña que era cuando lo conocí.

Tomo un album de fotos y me pongo al día con mi vida, cantidad de éxito y sueños cumplidos llena esas fotos, al rato llega la sonrisa más perfecta del mundo junto con un ramo de rosas, me dice ¡Feliz Cumpleaños! y yo lloro de la emoción... Tengo 42, y media vida por delante, y me soprende pensar, que nunca he sido tan feliz con mi pasado como ahora mismo.


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